Tomar el sol adecuadamente es beneficioso pero, como es sabido, el exceso es peligroso. Es conveniente comenzar por tiempos cortos de exposición (20-30º) e ir aumentando poco a poco en los días siguientes, evitando las horas de máxima insolación: de 12 a 16h.
No todos los productos con fotoprotectores son iguales. Los fabricados por laboratorios farmacéuticos garantizan su composición en cuanto a fotoprotección, mínimo riesgo de alergias, e incorporan sustancias calmantes, hidratantes y antirradicales libres (elementos muy agresivos para las células generados por la radiación solar). Deben aplicarse generosamente para alcanzar el índice de protección indicado, sin olvidar zonas como orejas o empeines, siempre una hora antes de la exposición al sol, y repetir cada 2 horas y después de bañarse (aunque indiquen “resistente al agua”).
En la montaña se requiere aún mayor protección. La nieve refleja un 85% de la radiación. La niebla no protege de los UVB.
Los productos bronceadores “sin sol” llevan dihidroxiacetona, sustancia que reacciona con la piel para producir coloración, no protegen frente al sol. Consúltanos sobre su correcta utilización.
Algunos medicamentos y otras sustancias, como el alcohol (evitar desodorantes, colonias) son fotosensibilizantes o fototóxicos, es decir, que pueden producir efectos adversos si se toma el sol durante el tratamiento. Consulte al farmacéutico sobre cualquier medicamento que esté tomando, si tiene que exponerse al sol.
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